La 44ª edición del Dakar tiene la
arena como tema principal y la octava etapa fue uno de sus ejemplos más
perfectos. Los 830 kilómetros a cubrir durante el día llevaron a la
caravana hacia el sur entre Al Dawadimi y Wadi As-Dawasir. Fue de nuevo en
el corazón del reino y en la provincia de Riad donde una segunda especial
consecutiva de casi cuatrocientos kilómetros esperaba a los competidores. El
menú estuvo compuesto por un 24% de recorrido en las dunas, que es la mayor
proporción desde el inicio del rally.
Solo la penúltima etapa tendrá un
porcentaje tan grande reservado, lo que es un buen augurio para aquellos a
quienes les gusta que el suspenso se mantenga hasta el día antes del
final. En primer lugar, sin embargo, la especial del día comenzaba con la
desértica Nafud as Surrah y sus copiosas dunas, que algunos competidores debían
recorrer varias veces antes de conquistar sus cumbres, en ocasiones a más de
1000 metros de altura.
La tensión aumenta a medida que se
acercan las etapas finales, especialmente en la reñida batalla en la categoría
de motos. Trasladado al trono en lo más alto de la clasificación general
por Adrien Van Beveren, Sam Sunderland no permitió que su cuñado disfrutara de
este privilegio durante más de un día. El ganador del Dakar en 2017 se
dispuso a recuperar el liderato y logró el mejor tiempo del día para recuperar
la cima de la jerarquía de la carrera, mientras que el piloto francés de
Yamaha, obstaculizado por un desplazador automático roto en su roadbook,
también vio adelantar al austriaco Matthias Walkner él. En la 3ª posición,
a 4'43'' del Sunderland, VBA aún puede apuntar alto, pero también deberá estar
atento a sus retrovisores, en los que los pilotos de Honda se verán muy
amenazantes, en especial Pablo Quintanilla que solo mide 47''. detrás.
ASO
Comentarios
Publicar un comentario
Comentar con responsabilidad.